Hoy no es un cuento. Hoy no es ficción. Hoy es tan simple como explicar como estoy, como me siento.
Llevamos casi dos semanas de encierro. Dentro de lo que cabe, lo llevo bien. Mis familiares y amigos están bien y eso me tranquiliza. Salgo a pasear a la perra y ya está. Me he puesto una rutina que sigo bastante bien (gracias Ana!), busco tiempo para desconectar, para entretenerme con algo mas ameno. A veces escribo, a veces escucho música, una película aquí, unos capítulos allá… Navego por las redes y veo que la gente esta bien. Algunos no tanto, de hecho, hay gente que esta muy cabreada, y es normal (en parte) pues la situación es dura. Otros por el otro lado, parecen estar eufóricos y son mas felices que nadie haciendo sus fiestas, o sonriendo a la vida. Las dos opciones me parecen bien y comprensibles.
Como casi siempre, me siento en un punto medio. No estoy cabreado con el mundo pero tampoco estoy tan feliz como para celebrar cualquier cosa.
Para que engañaros, tengo miedo. Si. Lo tengo. Tengo miedo de lo que pasará, de como se solucionará, de cuando,… Sufro con las noticias de aquí y del resto del mundo. Me sabe mal por los que están muriendo y por sus familiares. Me preocupa que va a pasar cuando esto pase, y tengamos que hacer frente a otros problemas que vendrán…
Hay momentos que me invade mucha tristeza, intento que no vaya a mas, pero cuando eso pasa es cuando me doy cuenta de lo solo que me siento, de lo que echo de menos poder hablar con la gente que aprecio, y echo de menos saber que nos podemos ver en algún momento, y hablar de cosas que ahora no podemos hacer, y sentarnos en una terraza y respirar el aire contaminado de la ciudad, que ahora mataríamos por respirar. Incluso echo de menos los turistas que invadían las calles de Barcelona. Echo de menos las miradas, los aromas, los perfumes, los malos olores también, los gritos, las palabras dulces, las conversaciones alegres, y las que no llevaban a ningún sitio. El estrés de la ciudad, el ir al cine, al teatro, a casa de alguien. Cenar en un restaurante y tomar una cerveza en local siguiente… El saludar a un amigo, la palmadita en la espalda de un profesor, el abrazo de alguien querido, el besar con un “Hola” o un “Adiós”… Si. Lo echo de menos. Supongo que como mucha gente. Pero como parece que nadie lo dice pues lo digo yo.
Y es que, disculpadme que lo comparta pero creo que es sano que lo podamos hablar abiertamente. Porque hacer zumba con una pantalla esta bien, o ver conciertos que cierto artista haga desde el comedor de su casa es curioso,… Pero en algún momento hay que soltar lastre y que mejor manera que compartir inquietudes, problemas y angustias. Como hacíamos antes, como volveremos a hacer.
Insisto, lo llevo bien… Dentro de lo que cabe. Y lo comparto.
Llevamos casi dos semanas de encierro. Dentro de lo que cabe, lo llevo bien. Mis familiares y amigos están bien y eso me tranquiliza. Salgo a pasear a la perra y ya está. Me he puesto una rutina que sigo bastante bien (gracias Ana!), busco tiempo para desconectar, para entretenerme con algo mas ameno. A veces escribo, a veces escucho música, una película aquí, unos capítulos allá… Navego por las redes y veo que la gente esta bien. Algunos no tanto, de hecho, hay gente que esta muy cabreada, y es normal (en parte) pues la situación es dura. Otros por el otro lado, parecen estar eufóricos y son mas felices que nadie haciendo sus fiestas, o sonriendo a la vida. Las dos opciones me parecen bien y comprensibles.
Como casi siempre, me siento en un punto medio. No estoy cabreado con el mundo pero tampoco estoy tan feliz como para celebrar cualquier cosa.
Para que engañaros, tengo miedo. Si. Lo tengo. Tengo miedo de lo que pasará, de como se solucionará, de cuando,… Sufro con las noticias de aquí y del resto del mundo. Me sabe mal por los que están muriendo y por sus familiares. Me preocupa que va a pasar cuando esto pase, y tengamos que hacer frente a otros problemas que vendrán…
Hay momentos que me invade mucha tristeza, intento que no vaya a mas, pero cuando eso pasa es cuando me doy cuenta de lo solo que me siento, de lo que echo de menos poder hablar con la gente que aprecio, y echo de menos saber que nos podemos ver en algún momento, y hablar de cosas que ahora no podemos hacer, y sentarnos en una terraza y respirar el aire contaminado de la ciudad, que ahora mataríamos por respirar. Incluso echo de menos los turistas que invadían las calles de Barcelona. Echo de menos las miradas, los aromas, los perfumes, los malos olores también, los gritos, las palabras dulces, las conversaciones alegres, y las que no llevaban a ningún sitio. El estrés de la ciudad, el ir al cine, al teatro, a casa de alguien. Cenar en un restaurante y tomar una cerveza en local siguiente… El saludar a un amigo, la palmadita en la espalda de un profesor, el abrazo de alguien querido, el besar con un “Hola” o un “Adiós”… Si. Lo echo de menos. Supongo que como mucha gente. Pero como parece que nadie lo dice pues lo digo yo.
Y es que, disculpadme que lo comparta pero creo que es sano que lo podamos hablar abiertamente. Porque hacer zumba con una pantalla esta bien, o ver conciertos que cierto artista haga desde el comedor de su casa es curioso,… Pero en algún momento hay que soltar lastre y que mejor manera que compartir inquietudes, problemas y angustias. Como hacíamos antes, como volveremos a hacer.
Insisto, lo llevo bien… Dentro de lo que cabe. Y lo comparto.